Alimentación y Salud Mental

“No me emociona pensar qué hacer, no me gusta invertir tiempo decidiendo ni mucho menos recoger y lavar después. Me drena. Me agota.” Esa es una frase que escucho cada vez que hablo de Menús Cápsula. Y lo entiendo. A mí también me pasaba.

¿Alguna vez has sentido que no te queda energía ni para pensar qué cenar? ¿Que después de un día largo, tu fuerza de voluntad simplemente se apaga y terminas comiendo cualquier cosa? No estás sola. No es falta de motivación, ni pereza. Se llama fatiga decisional y está saboteando silenciosamente tu alimentación. En este artículo te voy a explicar qué es el decision fatigue, cómo afecta directamente lo que comemos y, sobre todo, cómo puedes protegerte con una estrategia simple

Cuando decidí empezar a cuidar de mí misma tras ese colapso emocional (del cual te hablé en un blog anterior) que me mantuvo en el hospital durante una semana, me sentía completamente frustrada y perdida, sin saber por dónde empezar. 

Hay días en los que simplemente no podemos más. El estrés se acumula, la ansiedad se asoma sin avisar, y todo se siente un poco más pesado. Y aunque a veces parezca que lo que comemos es lo último en nuestra lista de prioridades, la verdad es que ahí, en esos pequeños actos diarios como elegir qué almorzar o qué preparar para la cena, está escondida una herramienta poderosa de autocuidado.

Este post es muy especial porque marca un momento muy importante para mi: el momento en que este proyecto, que ha vivido tanto tiempo dentro de mí, por fin toma forma y está a punto de ver la luz oficialmente.